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Mostrando entradas de julio, 2011

Las letras digitales en el país pirata

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Siempre he odiado la palabra "Entrañable" porque entraña muchas cosas salameras y es una forma demasiado artificiosa para definir un sentimiento profundo y sincer para con algo o alguien. Pero no queda otra. Parte de la historia de este blog es Eduardo Alvarez, poeta y cuentista que hoy pasea sus huesos y sus silencios en Santiago de Chile, lejos de su laguna, de su conflictiva relación con los peluqueros y las mujeres que adornan sus caminos al sur. Eduardo, que en realidad es su apodo ya que se llama Oso (Si, leyó bien) Transita lejanias y los amigos lo extrañamos. No quiero hacer de esto un asqueroso y exaltado intercambio de mutuas idolatrías, a pesar de que estas idolatrías -que para pesar de muchos antropologos jamás podrán ser extirpadas- efectivamente existen, las voy a compartir, porque finalmente, no nos importa, asi que con el espacio que nos da a la existencia el nomeimportimos Visceral que prfesamos, les voy a poner en consideración un artículo muy interesante qu

Peor es Nada.

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Manifiesto premortem de Nadeshda Krúpskaya, conocida por sus adeptos y detractores como “La Nada” La nada, es antes que nada, el triunfo de la palabra sobre la nada. La nada pudo ser un verbo que salvara de la desesperación a los ahogados y al final no fue nada. Nada es lo que se reflejaba en las pupilas de algunos náufragos imaginados por Daniel Defoe y que este olvidó describir con precisión en una narración corta, dejando todos sus intentos en un tintero desportillado que olvidó tristemente en una cantina del puerto de Liverpool cuando pensó en la soledad de Robinson Crusoe. La nada, era el cosquilleo fastidioso que en el principio de los tiempos le angustiaba a un Dios, el cual, al querer nombrar un vacío inmenso en su memoria, nombró a la nada con la palabra y desde entonces la nada fue la esclava de los abismos y los silencios. La nada era eso que encontraban en sus bolsillos los amores abandonados cuando buscaban alguna explicación para las una y mil ausencias mientr

Postales desde el país que casi existe. Parte 2

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Qué difícil resulta definir tu identidad si no haces una suma de recuerdos y adscripciones. ¿Quién soy para hablar de estos males? Soy yo el hijo de una secretaria que migró de una mina de Potosí hacia La Paz a fines de los años 70 y soy el chico que ha estudiado en colegios mediocres obteniendo notas bastante mediocres, en un contexto donde la mediocridad es casi una virtud. Si ese soy yo, y eso significa, que probablemente es una buena deducción pensar que odio a los Jailones porque nunca, pero nunca, podré ser uno de ellos. En honor a la verdad, no creo que esa sea la respuesta correcta ya que vivimos en un mundo y especialmente, un país difícil de comprender. Cuando yo era niño e iba –estrictamente- a la Escuela República de México con pantalón azul, camisa blanca, corbatín azul y mandil blanco, pensábamos que los jailones eran los de la Subespecie que podían pedir un robot a pilas y se los daban en la siguiente navidad y que en invierno lucían coquetos sacos azules de paño