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Mostrando entradas de octubre, 2011

Habitar el silencio

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Querido hermano: La ruleta da vueltas… una regla física totalmente absurda para el entendimiento de un hombre como tú, mi hermano, que estás más allá de la simplicidad de toda materia que amenaza con podrirnos bajo la tierra de este mundo antes de hacernos polvo y retornarnos al viento. Te escribo en el día de tu cumpleaños, como lo hago cada año desde que ya no puedo hacerlo personalmente, tal como sería mi deseo. Por esa razón, no quisiera que pongas en juicio a mi pobre voluntad; debes saber que aún no he aprendido a sacarme el cuerpo del todo, es decir, aún no he aprendido nada. Hay cosas infinitamente difíciles para los hombres pedestres de este mundo, una de ellas, es aprender a vivir con el eterno miedo al mañana. En los manuales parece fácil y uno se deja engatusar por los televendedores y los pajapakos, entregando sus bienes más preciados envueltos en un pañuelo. Sin embargo, lo que siempre han ignorado esos mercaderes de la fe, es que tu y yo hemos tenido como único

Unos labios rojos...

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Alarmado por las altas tasas de feminicidio, voy a publicar un cuento que escribí y publiqué el 2007, basado en una noticia que escuché una mañana de 1987 en el Metropolicial. Obviamente, jamás pude encontrar en la hemeroteca Municipal la noticia tal cual, ya que no recuerdo las fechas ni los nombres de los protagonistas, aunque sí, es un recuerdo muy vivido ya que mientras lo escuchaba, yo mismo estaba cortando unos corazones de papel para mi tarea de Artes. Unos labios rojos... Cualquiera pensaría que el Jacinto es una personaje de ficción, que es el producto de alguna imaginación turbia y chueca o de una fantasía. Un personaje lejano a este tiempo: un poco tonto, ingenuo y tenebroso. Desde su nombre floripondio hasta esa su melancolía y su eterna soledad en la que vive los que lo conocen. Cuando lo encontré, Jacinto R. estaba mirando de derecho y de revés la colilla de un cigarrillo, misma que tenía restos de lápiz labial de un carmín fuerte y marcado de grietas. Era el cigarrillo q