Pongamos que hablo de vos

Hola Adri:

Estaba limpiando mi disco duro de documentos y papeluchos intrascendentales que sólo ocupan y malbaratan miserablemente el espacio que tanta falta me hace últimamente en la computadora, y cómo ves que encontré casualmente la biografía de Joaquin Sabina escrita a dúo en forma de entrevista con el escritor español Javier Menendez Flores en una farra que duró como un par de meses en el departamento de este Sabina en Madrid.

Cómo sea que cualquiera que me conozca un poco sabe bien que detesto la música de Sabina, porque la encuentro terriblemente soporífera, aburrida y deprimente, (Casi tanto como un partido del Stronger y no quisiera que te enojes conmigo ya que no es una alusión personal) no puedo negar que este Sabina escribe muy bien y que tiene una amplia y excelente visión de la literatura y sobre todo de la poesía contemporánea (le gusta Antonio Muñoz Molina y hasta es su amigo) y que además su vida es muy interesante, no sólo por el hecho de ser un borracho, (ex) adicto a las drogas (según sus propias palabras) y mujeriego, que entre otras cosas tiene una biblioteca entera en su casa y que se calcula que se ha leído como 5000 libros; sino porque no es un simulador o un facineroso posero que quiere demostrar a través de sus excesos que es un artista, no, este Sabina no es así y habiendo tantos que los son, que complacen siempre a los que hablan bien de ellos y asumen asquerosas poses de seres atormentados existencialmente o quieren demostrar genialidades a través de excentricismos precalculados y ridículos, no queda otra que reconocerle ese merito… supongo, nunca sé.

Admito que a pesar de que su música me aburre, el Sabina es un tipo de agallas que hace y dice lo que piensa sin importarle mucho lo que digan los demás. Imaginate que levantarle la mujer a tu amigo no lo hace un vulgar borracho o un cachondo inescrupuloso y nada más; hay que realmente sabérsela jugar para saber en qué va a terminar eso de llevarte a la mujer de otro tipo casi tan famoso como tú, sabiendo incluso que esa podría ser tu propia ruina: en pocas palabras, hay que tener huevos y vivir lo que se canta o lo que se escribe. Eso le da valor a su obra y supongo que tendrá tantos fanáticos y seguidores por esa razón, ya que es innegable que su voz es un desastre; hasta yo podría cantar mejor después de haber chupado toda la noche, fumando como chino en quiebra y habiendo dejado la ventana abierta, en fin... lo cierto es que jamás hubiese llegado a estas conclusiones si no hubiese leído esa su biografía/entrevista que me alentó a leer (solamente) muchas de sus canciones.

He intentado de todas las formas posibles que me guste Sabina. Un día, ya casi al borde de la desesperación, le he pedido a mi amigo (un poeta que se llama Eduardo Alvarez) que me preste los diecitantos discos que tenía del Sabina, acompañados de una lista donde me recomiende algunas canciones... bueno, esa experiencia resulto siendo un desastre mayúsculo, ya que lo único bueno que conseguí, fue eliminar el grave insomnio que padecía por culpa de la angustia que me provocaba el que justamente no me guste su música, porque tal vez te lo conté alguna vez, mi ex novia era fanática de él.

Han habido tiempos en los que he llegado a pensar de que en realidad mi ex novia estaba enamorada de ese tipo, o que por lo menos abrigaba un sentimiento más allá de la simple y vulgar fascinación que se puede sentir por un artista o por su música; Si no dime: ¿quién puede ir hasta Buenos Aires para ver y escuchar un mugroso concierto de Sabina? ¿quién va a exponer absurdamente su enclenque persona y sobre todo su maltrecha economía a los avatares que un viaje de esa magnitud puede ocasiona? Yo lo entendería si fuese para ver a los Rolling Stones, a Depeche Mode o hasta Radio Head, pero Sabina...

Desde mi modesto punto de vista profesional, (y así se lo dije) comerse 5000 km de ida y vuelta para escuchar la voz aguardentosa de ese tipo, tenía serios ribetes patológicos que podían derivar en imprevisibles consecuencias para su salud mental, pero aún así, desoyendo mis consejos y pasando por alto mi amplia experiencia en cometer estupideces, cogió su mochila y se fue.

Eso solamente ha representado el inicio de nuestra viacrucis amorosa, ya que el problema de fondo era que no me gustaba (y aun no me gusta o mejor dicho me aburre) la música de este hombre. Otra cosa que influyó para que nuestra relación enfermará de manera terminal, fue el hecho de que a fuerza de falsas sonrisas y amor del meramente bueno e inocente, es decir medio boludo, accedí a ir a las guitarreadas que organizaban las amigas y amigos de mi ex, donde después de la tercera copa de vino, cantaban en coro y a voz en cuello un montón de (al parecer) éxitos del susodicho cantante español, que gracias a Dios no recuerdo sus títulos. Normalmente yo llegaba a estas fiestas/homenaje/evocación sabinesca con cara de perro y después de saludar a todos, me hundía en el sofá o me buscaba un rincón tranquilo donde me quedaba mirando la pasmosa y desesperante lentitud con la que pasaban los segundos, los minutos y las horas en el reloj.

A medida que el tiempo pasaba como un cuentagotas atorado y todos llegaban a estar borrachos, la cosa se agravaba porque no podía evitar bostezar como un hipopotamo y asumir la actitud de un idiota que le pone mala cara a todo el mundo y que vive haciendo gestos de desaprobación ante los alaridos de la fanaticada que no comprendían mi sopor y mi angustia por irme. Tengo que reconocer que a pesar de todo, debido a la presión que se ejercía en mi pobre persona, algunas madrugadas he terminado balbuceando algunas canciones de Sabina, sobre todo por buscar la aprobación de mi ex novia que entre otras cosas, no se tragaba ni una pizca de mis disimulados esfuerzos y me atormentaba con su silencio e indiferencia en el taxi de regreso a casa.

Al final, después de unas diez de estas guitarreadas y conciertos, he podido ver –gracias al maldito facebook- que entre sus amigos y amigas ha empezado a correr injustamente, el rumor de que yo era un antipático pseudo intelectual (afiliado seguramente a la derecha) que brillaba por mi ignorancia musical y poética, que carecía congénitamente de toda sensibilidad artística.

Lo peor de todo es que dijeron que la principal razón por la cual yo estaba ya usando unos audífonos inmensos y un reproductor de mp3 junto con el vaso o el cigarrillo o ya bostezando y mostrando mis amígdalas a los cuatro vientos, en todas las fotos que subían de sus sabineadas, era porque simple y llanamente los quería provocar de la manera más burda y odiosa. Sobra decir que no hay nada más falso y alejado de la realidad. Lo que ellos ignoraban (y aún hoy ignoran) es que si me quitaba los audífonos o llegaba a mantenerme ligeramente sobrio más de quince minutos, podía haber caído en medio de la sala fulminado por la narcolepsia que me provocaban los lastimeros versos que salían de sus fauces… y luego no habría fuerza humana que me despierte y me devuelva el ánimo.

Pero bueno, enamorado al fin y al cabo, quise remediar de alguna forma la mala reputación que me había ganado en su círculo social y dios es mi testigo de que me esforcé inútilmente en hacerlo. Con decirte que ni siquiera todo mi arsenal de soliloquios y monólogos sobre la obra de Jaime Saenz me han podido salvar del escarnio y la picota publica a la que constante e injustamente me tenían condenado sus mal llamadas amistades, que no querían otra cosa que humillarme y zaherirme con comentarios sobre mis preferencias políticas, como si estas tuviesen algo que ver con el tal Sabina.

Hice mal en callar y soportar estoicamente en silencio esos días de tortura. Tal vez, si le hubiese contado de las innumerables horas que desafiando al sueño y el aburrimiento escuchaba sus discos y hasta intentaba memorizar las letras de las malditas canciones hasta caer rendido en la fría negrura de la madrugada, hubiese tenido un poco de consideración por mí, pero ya sabes que hay gente en la cual la maldad, la falta de empatía y la incomprensión es la nota predominante, así que siguiendo sabinescos consejos de sus amigos y amigas que le han dicho: "Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño" decidió ponerle fin a nuestros intentos por ver la luz al final del túnel, ya que con el transcurrir del tiempo y las desastrosas veladas que no podían ser reemplazadas por otro artista, pero si por discusiones que alcanzaban de los 3.5 de la escala de Richter, hasta apocalípticas peleas de 9.7( en la misma escala) donde los más atroces de nuestros defectos salían a la luz y alcanzaban a inocentes que nada tenían que ver con Sabinas, Saenz, izquierdas, derechas ni nada por el estilo, sin que pueda hacer nada para evitarlo, pues todo se fue al diablo.

En la Actualidad, ni siquiera podemos caminar por la misma acera y con decirte que hasta qué punto me aborrecerá que ni siquiera se anima a pedirme los discos que me prestó en una de esas ocasiones que intentaba inútilmente en convertirme a su religión liderada por su santidad San Sabina. Yo sigo ateo y escéptico de esta música, y ahora, sólo uso sus canciones en algunas emergencias (insomnio) y persiguiendo fines meramente científicos: últimamente combino su canción “El diario no hablaba de ti” con anfetaminas para provocarme unas pesadillas terribles y así corroborar algunos experimentos de Jung sobre aislamiento sensorial en los cuales actualmente estoy interesado.

Voy a concluir con una paradoja, o dicho en otras palabras: como dice Sabina: "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió." o "Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción." Así que aquí andamos con estos recuerdos en los bolsillos que por mala suerte no están agujeros y no tienen cartas para reemplazarlos por otros más gratos.

A todo esto, no sé para qué carajo estaba escribiendo un mail que se ha convertido en este engendro...ahhh si, Estaba limpiando mi disco duro de documentos y papeluchos intrascendentales que sólo ocupan y malbaratan miserablemente el espacio que tanta falta me hace últimamente en la computadora, y justo encontré casualmente la biografía de Joaquin Sabina escrita a dúo en forma de entrevista con el escritor español Javier Menendez Flores en una farra que duró como un par de meses en el departamento de este Sabina en Madrid. Como es un libro digital y no puedo prenderle fuego para ahuyentar estos malos recuerdos y mostrar mi repudio por su música (claro que eso no le va a interesar a nadie) y como he visto que a vos también te gusta este salame, porque lo he estado viendo presente en lo que últimamente estas escribiendo, te lo estoy enviando para que la disfrutes antes de que la borre eternamente de mi disco duro y así cierre con este ingrato capítulo de la historia de mi vida. Ojala pudiese hacer lo mismo en mi cabeza, pero ya se sabe que no puedo.

Un beso.

P. D. No te olvides que el mismísimo Sabina dijo: “No pagaría una entrada para verme actuar” Yo pagaría e iría para ver qué cara pone mi ex.

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