La pata biónica y la tos.

Anoche, al Coqueluche le han dado ataques varios, casi se muere de tos. Ver a alguien morir de tos debe ser medio feo. Seguramente que cuando alguien esta por morir de tos, agranda los ojos y le caen unos lagrimones que le moja toda la cara, se agarran el pecho y en los milinésimas de segundos que dejan de toser, deben cambiar de cara, poniéndose llorosos y desesperados. Pobre Coqueluche le ha dado un patatus.

Eso le he dicho a mi mamá. Le he dicho que la enfermera nos toma como a unos tarados y que el Coqueluche es un buen chico, pero que casi se muere de tos y no dejaba que le pongan la inyección y la babosa de la enfermera dibujándole relojitos en su brazo para distraerlo y ¡zas! viene la otra enfermera y el doctor ya le enchufa un jeringazo.

Pobre Coqueluche, le ha dado un patatus. Eso me dijo mi mamá y yo estaba medio que dudando, sembrando mi imaginación infantil en fértiles campos de la luna, porque no sabía que quería decir patatus y pensé –dentro de mi ignorancia- que un patatus sólo le podría dar al Poliemelitis, que ese si que es un bastardo, y que Dios me perdone, pero hasta hace poco todos nos creíamos el cuento de que su pata era biónica y que estaba en el hospital para que lo terminen de volver un robot como ultra seven.

Aquí, a todos nos ponen los apodos según la enfermedad. El portero –que es un gordo asqueroso que se llama Celeste- ha tenido la brillante idea de clasificarnos por enfermedad.
Aquí, en este pabellón estamos el Poliomielitis, el Coqueluche, el Neumonía y el Diarrea por difteria. Bueno también estoy yo, a mi me dicen el resucitado; yo he tenido suerte-

Hago mal en decir que el Polio era un bastardo… Mi mamá me dijo que su pata no era biónica y que estaba muy enfermo y que no le teníamos que molestar con eso de que nos muestre sus cables y las baterías que le hacían mover la pata biónica, y con la que era capaz de alcanzar velocidades inauditas y saltar por rascacielos inmensos. Lo malo es que su otra pata, la izquierda, aún no había llegado de Japón -ya se sabe como es la aduana boliviana- entonces no había cuando lo operen para ponerle la otra pata y se vuelva superhéroe…

De eso charlábamos todas las noches cuando el Celeste apagaba las luces de todos los pabellones. Nos imaginábamos que la pata del Polio llegaría en una caja envuelta con un plástico llena de bolitas de aire, la cual ya fue disputada por el Diarrea y el Neumonía. Nos imaginábamos que vendría el Polio en las noches y lo destrozaría al Celeste de una patada y que nos iríamos a pasear por todas partes en su espalda…

Que desilusión.
En realidad el bastardo soy yo… sin saber y enojado aún por hacerme falsas ilusiones, le dije al Polio que su pata no era biónica ni nada, le dije que estaba cojo, tullido y minusválido como un perro atropellado y que nos deje de mentir.

El Polio se hecho a llorar, el pobre no sabía nada, creía que era no más el niño biónico… sus papás le habían contado ese cuento y ahora me miraban con odio y yo me escondía debajo de mis frazadas.

El Neumonía y los otros chicos se han dado el trabajo de convencerlo al Polio de que yo estoy internado por mentiroso. Entonces, ahora están dudando de que yo soy supermán y que me he lanzado de un cerro para demostrarlo. Tres semanas en el hospital, el problema: la capa, que era una toalla grandota, no era roja como debería ser, sino verde agua, como la criptonita, por eso me he partido la crisma y he ido a caer al hospital de superhéroes, es decir, al Hospital de niños.
No te mueras negrito… no te mueras.

Yo le atribuyo mi negrura a San Martín de Porres. Cuando estaba sangrando en el taxi de camino al hospital, mi tío Iñaki, el hermano de Mary, mi mamá, de la desesperación se bajo del taxi en el sempiterno embotellamiento de la calle Ballivián, allí en el casco viejo y me exhibió todo sangrante a esos seres desalmados que se creen dioses detrás de los volantes, los cuales –a decir de la Mary- se hicieron aun lado más por susto que por consideración y ahí en plena iglesia de La Merced, de la nada, como la cosa que sale de la galera de un mago aparece una ambulancia.

¡No te mueras negrito! No te mueras negro…

Mi madre juro que si me salvaba le devolvería los favores al primer santo que encuentre a mano derecha en esa iglesia y que si me moría, me encomendaría al primer santo que esté a mano izquierda.

Mi mamá le tiene una fe única a la virgen de La Luz, pero lo malo, o lo bueno que sé yo, es que justo la habían sacado unas beatas para colocarle un vestido nuevo y allí estaba el negro con su escoba y sus cirios gastados. Era una señal, no en vano mi apellido es Martínez.

No te mueras… eso me decía mi mamá apretándome las manos y cuando abrí los ojos sólo me acuerdo que ella estaba con unas ojeras neeeeegras, como yo. Me vi en el espejo y ya era totalmente moreno y empecé a sentir mucha afición –de la buena, no sean mal pensados- por los perros y algunos gatos.

Miro un reloj dibujado con tinta azul en mi mano derecha. Son eternamente las diez y cuarto. De la mañana o de la noche, no se sabe, yo me lo voy imaginando según me conviene.
Que lejos estoy de donde he nacido, del instante preciso en el que he muerto y todas mis certezas se resumen en el hecho de que por algo estoy aquí, tan lejos.

-¿Usted baja en Liniers?
-no, bajo en Once
- ahh, por que Liniers es la próxima estación, ¿seguro que no baja en Liniers?
- si, seguro, de once me tengo que ir a Congreso, vivo ahí
-Ahh, Once es la última parada
- aja, ya sé…
-parece ortopédica ¿verdad?
-¿perdón?
-le digo que mi pierna parece ortopédica
- pues la verdad no sé… no tengo idea
- como se me quedó mirando, pensé que se estaría preguntando.
- ahh no, disculpe, la verdad estaba escuchando el tren y no estaba pensando ni mirando.
-Suena feo el tren…
- tiene ritmo, to toj-to toj-to toj
-Yo más bien diría tu tuj-tu tuj- tu tuj
- jajajaja si, si, puede ser tu tuj
-Cuando era niño me dio poliomielitis, yo vivía en Paraguay, éramos muy pobres y no me vacunaron contra la polio.
- Yo tenía un amigo, en Bolivia… bueno, un amigazo, que tenia Polio, pero en realidad yo creía que era el hombre biónico. Es que cuando yo tenia 5 años, estaba en el hospital por lanzarme de un cerro de allá de La Paz y estuve…

Comentarios

Mar ha dicho que…
SUSPIROTE
Estido ha dicho que…
Oscarini, un gran abrazo, hermano. Te cuento que la Urbandina ya vovlió al "aire" y en mi primer texto estás de personaje, jejeje.

No sé si es porque no he estado al tanto de tu blog, pero no entendí el título "Ayeres III". ¿Ya se habían publicado dos partes previamente? En fin, nuevamente, un abrazo.
Vania B. ha dicho que…
Lo bueno es que ahora si vuelas, y nos haces volar a todos con tus letras, mejor que con capa de tohalla verde criptonita, pues llegamos a lugares donde ese Superman con calzoncillo encima de sus pantalones y robacorazón nunca llegaría.

Abrazos, muchos.
none ha dicho que…
Mar:
:) grax por tu visita chapaquita.
Estides Arguedas!!! que weno que hayas vuelto hermano! a ver voy a pasar por ahí a ver que ondas jajaja.
Preparemos el relanzamiento de Urbandinia pues brother.
Pues te diré, hubo ayeres 1 y 2, este es el 3.
Saludos y abrazos.
Vania B: hola Vane!! pues muy contento de encontrarlos a todos los de "antes" me da un "no sé qué"
Gracias vane, todos volamos con tus recuerdos también.
Abrazos.
pietila ha dicho que…
mmmm, verde criptonita!, los hospitales, con razón tanta debilidad en ellos.
Lindo cuento, un abrazo!

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