Otra vez marzo

Otra vez marzo!!!! El cielo está iluminado de niebla antigua y verdosa. Las calles inundadas de vendedores grisáceos y transeúntes parduscos. El corazón agrietado de latidos violáceos y la sangre repleta de convulsiones naranjas. Marzo; tiempo de saber, de conocer, de amar a marzo.

Debajo de mi oficina funciona un laboratorio. Este laboratorio ofrece detección de consumo de drogas, embarazos desde la segunda semana de gestación y la prueba de detección de VIH. El laboratorio siempre está repleto de gente joven que con diezmado ánimo y notoria cara de preocupación ocupa los recintos en espera de respuesta… adolescentes acompañadas y solas; hombres con eterna apariencia de arrepentimiento, suspirando y mirando al cielo.

El viernes alguien golpea la puerta de mi oficina. Un hombre de traje marrón pregunta por el psicólogo: -Soy yo, respondo. –Necesito hablar con usted… agacha la cabeza, tiene un sobre con el logo del laboratorio. Sé que es otro extraviado que busca en mi oficina y por más que quiero aclararle que soy psicólogo pero que me dedico a escribir manuales de educación social y otras cosas, la afectación y la voz resquebrajada me obliga a ofrecerle asiento. Es un cero positivo de VIH, ha contagiado a su esposa y ella no lo sabe, claro, el mismo se acaba de enterar.
Pregunta por el tipo de muerte que le espera. ¿Se parece al cáncer? ¿Se sufre mucho?

Jamás pregunta por la cura ni por ninguna otra esperanza. Para él, la esperanza se reduce al tiempo, a la culpa, a la incertidumbre total. Habla con él mismo jugando nerviosamente con el sobre que contiene su despedida.

Puede vivir por mucho tiempo, hay tratamientos que le pueden hacer alcanzar una vida casi normal, puede mantener su trabajo, dígale a su esposa, dígales a sus hijos; que toda su familia se haga la prueba… pero estoy convencido que hablo con una pared que suspira y transpira ríos, acumulando humedad en el cuello de la camisa. Se ahoga, se pone de pie, pregunta por el costo de la consulta, le trato de explicar que no es un consultorio, mira por la ventana, se despide y se marcha. Lo miro con perplejidad en la puerta del edificio comprando no sé qué.

A la hora de la salida, gano el pasillo desesperadamente intentado liberarme de otra semana de oficina lo más antes posible. En la puerta del edificio, advierto que la vendedora de raticida y otros venenos, mostrando sus dientes de oro a los cuatro vientos, se congratula de haber instalado su puesto en la puerta del laboratorio. Cuenta muchos billetes, se persigna con ellos y los guarda en su pecho.
Marzo, marzo… tiempo de saber, de conocer, de amar a marzo.
P.D Otra vez marzo es el título de una novela inconclusa de Marcelo Quiroga Santa Cruz.

Comentarios

Ciudad Ameba ha dicho que…
bueno hermano, que te puedo decir, aqui ya no hay lugar a la crítica ves... sólo el lamebolismo tiene cabida en este mundo, lo siento. Como tu amigo te puedo decir que mejor que escribas asi no más, sin esperar a lo que digan los demás y sobretodo a que te aprueben. Me gusta más, te sientes más tu...
Saludos
Vania B. ha dicho que…
Este es uno de los cuentos que te deja el corazón hecho un chuño.

Un abrazote, Perrito.
none ha dicho que…
Santi:
jajajaja te emputa que te llamen por el diminutivo no?? por eso lo uso. Ahhh querido amigo...a veces, sólo a veces, tienes razón. Nunca escribo pensando en los demás viste!!! escribo lo que me de la gana aunque a veces no miento que me arrepiento...por decirlo en verso, pero tu y yo sabemos que arrepentirse no sirve y es una cagada, hay que luchar no más!!
Saludos.
P.D felcidades me dicen que estas enamorado jajajajajajajaja.

Vania:querida amiga presidenta!!! saludos a tu marido el vladi, seguro lo veré hoy en Atajo. Gracias por tu comentario querida amiguex
Anónimo ha dicho que…
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