El otoño de los perros
El Diario. La Paz,1931.- Un viajero inglés se asombró recientemente del maltrato que reciben algunos animales en esta ciudad, y en especial el recibido por los perros callejeros. Dijo que La Paz, a pesar de ser una de las ciudades más limpias de Bolivia, ofrece algunos espectáculos repugnantes en sus barrios apartados. Pero se sorprendió, sobre todo, con la actividad desplegada por la municipalidad al comenzar el otoño. En efecto, ésta hace repartir en calles y plazas retazos de carne impregnados de estricnina a los perros, los que, una vez intoxicados, “emprenden carrera loca y epiléptica, atropellando a los viandantes, repartiendo mordiscos y perseguidos por muchedumbres de crueles gamines gozosos con el espectáculo, hasta caer en cualquier parte, presa de angustia, y morir muchas veces entre las piernas del transeúnte. Después se arrojan sus cadáveres al río y como no tiene fuerza su corriente, los abandona en las playas de los alrededores de la población, atracados en los guijos, ...