Don Antonio camina por la calle Colón
Don Antonio camina por la calle Colón. Cierto día, o más bien dicho, cierta noche, tomando en cuenta las preocupantes recomendaciones de un reconocido galeno, que anoticiado por boca propia en expensiva consulta, del tiempo que no descargaba las gónadas, ni tenía frenético ejercicio de frotación íntima alguna y peor aún, algún encuentro cercano con el bello sexo, me pronosticaba un sinfín de aterradores sufrimientos si no procedía con la urgencia, seriedad y prestancia que tal caso ameritaba. Así es que después de procurarme una modesta cantidad proveniente en calidad de préstamo de las honorables arcas de las vírgenes de la Luz y la Santa Candelaria, afiné mis extremidades inferiores en pos de intereses superiores y localicé un negocio de venta de órganos de prensa, donde suelen salir a la luz (o en este caso a la sombra) una interesante y variopinta cantidad de anuncios de sexoservidoras, que ofertan entre dos o siete “misteriosos servicios” aunque es cierto, que las hay aq